miércoles, 12 de junio de 2013

Una deliciosa tarta de queso

Por María José Valdés Vial
Llegué a Maryté, un distinguido salón de té donde se ofrece a diario una amplia variedad de infusiones y bocados para acompañar lo que uno pida para tomar. En ese mismísimo lugar—donde impera el estilo provenzal—vi la carta y me incliné por el cheescake de arándanos, preparación oriunda de Grecia que con el paso de los años muchos países, entre ellos Estados Unidos e Italia, lo adaptaron según los quesos que tenían en sus tierras.  

Luego de una breve espera, llegó el postre a mi mesa. Su elegante presentación me maravilló, al igual que su sabor. Y es que la crocancia de la base, sumada a la suavidad del queso crema y el dulzor natural de la fruta fresca dio origen a una combinación magnífica. ¡Este cheescake me encantó y regresaré por él en otra oportunidad!


Diseño, Ícono&Estilo

Por Aileen Gostling Urrutia
Muchas veces postergamos la decoración y estilo de nuestras cocinas por la funcionalidad de objetos que, por otra parte, han logrado disminuir el tiempo que dedicamos al arte culinario, simplificando nuestro día a día. 

Al ver este hervidor,  sé que su diseño retro, italiano de los años ’50, permitirá  resolver el dilema de funcionalidad y look de manera óptima.  De gran impronta, sus líneas curvas nos dan la elegancia y sus colores lacados, la sofisticación que lo transforman en un objeto que -de seguro- llamará la atención sin importar el sitio de nuestra cocina donde se encuentre, reflejando el gusto de la bota europea por el buen diseño y poniendo sobre tu mesa un estilo de vida lleno de innovación y modernidad acorde a estos tiempos. 

Considerado ya por algunos como un electrodoméstico de culto, no hay duda que posee las características suficientes para ser tanto una gran ayuda en la cocina como un valorado artículo de diseño.


Personalmente, me lleva rápidamente a Italia, no puedo dejar de imaginar sentarme en un pequeño café en Roma, con mi Vespa estacionada a un costado y diciendo…¡caffè latte prego!.

Simplemente ham-burguesas

Por Monserrat Schweitzer Díaz

Escondido en un pasaje por Santa Magdalena, en Providencia, se encuentra una hamburguesería, o mejor dicho “burguesería”, de la cual supe gracias a muy buenos comentarios en las redes sociales. Decidí ir a ver con mis propios ojos y a probar qué tenía de especial La Burguesía.
Comencé un poco confundida, por el hecho de que el comedor es una carpa afuera del local, donde se encuentran la barra, la cocina y la caja. Luego pasé a estar intrigada  por la onda “pop up” que transmite  este restorán y, finalmente, me convencí con los aromas que salían de su cocina.

Partí  la noche con un “Vodjito Maracuyá” que combinaba a la perfección la acidez con lo dulce, lo cual a mi parecer, lo hizo aún mejor.  “Chilli Cheese Fries” fue el picoteo escogido, que básicamente era una cama de papas fritas (creo que eran de las
congeladas, pero no me defraudaron ni un poco), cubiertas con una jugosa carne molida, porotos negros y la cantidad perfecta de picor. Una muy buena introducción para la sorpresa que venía a continuación: “Burguesa Ají Verde”, una hamburguesa tan jugosa, que literalmente me chorreaba hasta los codos, acompañada de lechuga, una mayonesa spicy deliciosa y, lo mejor, ajíes verdes rellenos de queso cheddar, una mezcla que nunca hubiera imaginado, pero que queda increíble. Creo que no hay mucho más que pueda decir para venderles esta hamburguesa o convencerlos de ir a probarla, a mí de sólo recordarla,  ya se me hizo nuevamente agua a la boca.

Mi aventura

Por Antonia Gana del Solar

En una sociedad donde las mujeres cada día tomamos mayor fuerza y liderazgo, decidí hacer uso de aquel contexto y aprovechar de mostrar a todos mi fascinación por lo que muchos consideran un gusto característico del hombre: la cerveza. Y pensando en que alimentar el ego siempre es bueno,  imaginé la sensualidad que podría despertar.


Entrar a un mundo liderado por la raza masculina (con toda la magia que éste integra), ser parte de tertulias entorno a la cerveza y saber expresar con certeza y firmeza los sabores y aromas, provoca en mí una sensación de desafío,  que hace que esta inmersión  multiplique su poder de atracción y seducción

Mi suerte de fanatismo no comienza desde la experticia, sin embargo, se presenta de manera potente y me motiva a conocer más sobre la bebida, para así pronto ser quien proponga la cerveza antes que otro amigo en nuestra mesa. No crean que se trata de una competencia, ni la búsqueda de demostrar algo en representación del género. Es, simplemente, el afán de explorar nuevos sabores y adquirir conocimientos novedosos que me sorprendan día a día, factor que se hace necesario en personas que, como yo, gozamos (y necesitamos) de experiencias  extrañas y curiosas.

¿Cómo dar inicio? Hablando con un experto. Así es como contacté a un reconocido enólogo, fuertemente dedicado al rubro cervecero y quien, generosamente, en tan sólo un correo dejó extendida la invitación a su círculo íntimo de amigos, quienes cada 15 días se reunirían a catar, experimentar y lo mejor, gozar. ¡Y qué me han dicho! Luego de unos días, figuraba en el comedor de su casa formando parte del grupo, asombrada con el amplio número de botellas desconocidas y anhelando destaparlas todas. Sucede que, sin planearlo, la dinámica que se genera entre gente que no se conoce y que aún así, comparte un interés, es tan maravillosa, que sin darte cuenta comienzas a hablar de tu infancia, tus desilusiones sentimentales y tus proyectos futuros. Ya en confianza, empezamos a probar las distintas cervezas y, sin temor, cada uno fue libre de expresar sus sensaciones, sabores y aromas capturados.

¡Libertad de expresión! Aunque como en todo ámbito, hay diferencias y discrepancias, lo cual debo decir, ¡es lo mejor de esto! Generar debate (del sano), lluvia de opiniones y puntos de vista, para después pasar radicalmente a hablar otra vez de la infancia y nuestros periplos, es una de las cosas mágicas que me incentivan a continuar aprendiendo.

Desde ya, queridos tertulios, se inicia mi viaje al cual pretendo dejar invitados, para que juntos aprendamos, compartamos y disfrutemos de las cosas simples, esas que nos reúnen junto a una copa, vaso o jarra. ¡Salud!