Por Antonia Gana del Solar
En una sociedad donde las
mujeres cada día tomamos mayor fuerza y liderazgo, decidí hacer uso de aquel
contexto y aprovechar de mostrar a todos mi fascinación por lo que muchos
consideran un gusto característico del hombre: la cerveza. Y pensando en que alimentar
el ego siempre es bueno, imaginé la
sensualidad que podría despertar.
Entrar
a un mundo liderado por la raza masculina (con toda la magia que éste integra),
ser parte de tertulias entorno a la cerveza y saber expresar con certeza y
firmeza los sabores y aromas, provoca en mí una sensación de desafío, que hace que esta inmersión multiplique su poder de atracción y seducción
Mi
suerte de fanatismo no comienza desde la experticia, sin embargo, se presenta
de manera potente y me motiva a conocer más sobre la bebida, para así pronto
ser quien proponga la cerveza antes que otro amigo en nuestra mesa. No crean
que se trata de una competencia, ni la búsqueda de demostrar algo en
representación del género. Es, simplemente, el afán de explorar nuevos sabores
y adquirir conocimientos novedosos que me sorprendan día a día, factor que se
hace necesario en personas que, como yo, gozamos (y necesitamos) de
experiencias extrañas y curiosas.
¿Cómo
dar inicio? Hablando con un experto. Así es como contacté a un reconocido
enólogo, fuertemente dedicado al rubro cervecero y quien, generosamente, en tan
sólo un correo dejó extendida la invitación a su círculo íntimo de amigos,
quienes cada 15 días se reunirían a catar, experimentar y lo mejor, gozar. ¡Y
qué me han dicho! Luego de unos días, figuraba en el comedor de su casa
formando parte del grupo, asombrada con el amplio número de botellas
desconocidas y anhelando destaparlas todas. Sucede que, sin planearlo, la
dinámica que se genera entre gente que no se conoce y que aún así, comparte un
interés, es tan maravillosa, que sin darte cuenta comienzas a hablar de tu
infancia, tus desilusiones sentimentales y tus proyectos futuros. Ya en
confianza, empezamos a probar las distintas cervezas y, sin temor, cada uno fue
libre de expresar sus sensaciones, sabores y aromas capturados.
¡Libertad
de expresión! Aunque como en todo ámbito, hay diferencias y discrepancias, lo
cual debo decir, ¡es lo mejor de esto! Generar debate (del sano), lluvia de
opiniones y puntos de vista, para después pasar radicalmente a hablar otra vez
de la infancia y nuestros periplos, es una de las cosas mágicas que me
incentivan a continuar aprendiendo.
Desde
ya, queridos tertulios, se inicia mi viaje al cual pretendo dejar invitados,
para que juntos aprendamos, compartamos y disfrutemos de las cosas simples, esas
que nos reúnen junto a una copa, vaso o jarra. ¡Salud!