Un clima templado,
coloridos cerros, sol radiante y una brisa fresca con ese “olor a mar”, son
algunas características reconocibles de la Región de Valparaíso. Pero en mi
viaje a la costa, me pregunté,”¿Qué sería de un lugar sin su gente?” Aunque
pudiéramos describir con cientos de adjetivos esta tierra, no seríamos capaces
de transmitir su esencia, la que le da esa chispa y vida a los espacios y que,
además, te hace recordar que el mundo se mueve.
Mientras observaba, me
sorprendí al encontrar en todos lados personas con esa sonrisa acogedora, la
que muchas veces no vemos, ni disfrutamos en el agitado ritmo capitalino. Un
gesto que resulta espontáneo y natural y que revela algo tan sencillo: ser
feliz con lo que se hace. Y es que en el puerto de Valparaíso, el oficio se
lleva a cabo con dedicación y cariño. Desde los sacrificados pescadores que
salen de madrugada con su red, pasando por quienes comercializan los productos
con picardía, hasta los cocineros que convierten pescados y mariscos en
deliciosos platos. Siempre con una maravillosa entrega y admirable disposición.
Rescatando este rasgo,
ese modo bonachón que tienen los habitantes “de región”, creo que todo
resulta mejor cuando se pide, hace y entrega de buena manera, sobre todo cuando
se trata de cocinar y compartir. Le aconsejo que disfrute preparando sus mejores platos para las personas que quiere… y
¡sonría!, mire que para eso no necesita receta.
Diseñadora
Platos&Copas
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